--------------¿Cómo se tasa la documentación en el mundo hispánico?------------------

                                                                                   

Solamente he comprobado por mí mismo lo que ocurre en España pero creo que, con pequeñas variantes entre países, lo mismo ocurre en todo el mundo hispánico, a excepción (supongo) de los Estados Unidos, que vienen de otra escuela.

 

Recibiría con mucho agrado información sobre lo que ocurre en cada país, y me comprometo a analizarla y difundirla.

 

La situación tiene causas históricas que vienen de muy lejos en el tiempo y la sufrimos en casi todos los sectores de actividad, no solo en el mundo de la documentación o de los libros.

 


  

Generalmente se desconocen los procedimientos y métodos periciales y se desconoce también, o se omite, el marco normativo que regula  los procesos tasadores.

 

A efectos prácticos solamente se tiene en cuenta la legislación sobre Patrimonio Histórico Bibliográfico, y no toda. Pero con eso no basta, ni mucho menos.

 

 

Y ello porque:

 

 

“la tasación hay que considerarla como un hecho -o un proceso- conceptual, normativo, metodológico y jurídico que es independiente del bien o del activo tasado, que en nuestro caso es la documentación”

 

 

Y porque las leyes están para cumplirlas. Todas.

 

Realizar una tasación no consiste en "proclamar" porque sí una cantidad y justificarla con la propia condición académica o profesional.

 

Tampoco sirve la ciencia infusa.

 

Ni siquiera aunque la cifra "calculada" de este modo resulte más o menos correcta. 

 

Todo el mundo sabe que hay personas capaces de decir "a ojo" los litros de vino que hay en una cuba.

 

Son muy buenos "cuberos".

 

Pero NO son tasadores.

 

Aciertan quizá, pero no podrían RAZONAR lo que dicen.

 

Nadie puede comprobar o cuestionar el dictamen de un "buen cubero" salvo otro "buen cubero", pero las sinrazones de ambos son idénticas y deberían ser inaceptables.

 

Aunque ciertamente la costumbre es "ley", y la costumbre inmemorial explica lo que sucede en este caso.

 

Pero las costumbres de tiempos pasados se deben cambiar si son manifiestamente mejorables, como es el caso. Y más aún cuando van contra la ley escrita.

 

El tasador, POR LEY, tiene que RAZONAR para los terceros implicados, o para su cliente, de un modo transparente y que pueda comprender cualquier persona de cultura media, el PROCESO LÓGICO que desemboca en la cifra que se escribe en el Informe, y siempre dentro del marco normativo correspondiente.

 

 

Pero no se crea que solamente hablo de los libros o de la documentación, sino que el mismo problema afecta a la mayor parte de los sectores, exceptuada -no del todo y no siempre-, la inmobiliaria cuya práctica hace años que incorporó la metodología pericial, aunque generalmente con el auxilio de formularios y cálculos pre-fijados.

 

A diferencia de los países anglosajones, donde los tasadores han de titularse como tales para luego ejercer con el auxilio de los especialistas de cada sector, en el mundo hispano el tasador suele ser un profesional del mismo sector de los bienes a tasar.

 

Aunque dicha persona sea una autoridad reconocida en su propio campo, normalmente carece del aparato conceptual y metodológico que  necesitaría para estar en condiciones de tasar RAZONADAMENTE y aplicando el MÉTODO DE COMPARACIÓN, tal como la ley exige para la tasación de bienes muebles como son los documentos. 

 

Así se hace desde tiempo inmemorial.

 

Un día de éstos voy a hablarles de lo que ocurrió cuando el Ministerio de Cultura español de comienzos del s. XX le encargó a las altas autoridades bibliográficas de la época que tasaran los documentos colombinos que el duque de Veragua, descendiente de Colón, quería venderle al Estado español

 

No desvelaré la historia hoy.

 

Pero es de antología. 

 

Hasta sería muy simpática si no se tratara de un asunto tan serio. 

 

Esta historia ejemplifica y explica por sí misma lo que ocurre todavía, en el s. XXI.

 

La mayor parte de las tasaciones -y repito que no solamente las del mundo documental-,  se realizan generalmente sobre un par de folios (si se extienden más para darle "cuerpo" al informe se incluirán prolijas descripciones catalográficas  o  informaciones de otro tipo y escasamente relevantes en cuanto a la justificación de la cifra tasada.

 

El informe de tasación resultante será más o menos como sigue:

 

¿creen que exagero? Si es así, díganmelo, por favor.

 

"...este libro (o biblioteca, o documento), cuya descripción es.......... vale   (x miles de euros)    porque es muy   (raro; o porque es muy importante; o porque es patrimonio bibliográfico; o porque... cualquier cosa"

 

Pero no se dirá nada que nos explique el cómo se ha llegado a la cifra "tasada".

 

Después aparecerá alguna alambicada fómurla de auto-exención de responsabilidad y al final algo como esto :

 

firmo y certifico yo, D. ....... que estoy titulado en ....... y soy director de.............. o profesor de......

 

 

Pero, como decía antes, no vayan a pensar que estoy refiriéndome solamente al mundo de la documentación (que incluye a libreros, bibliotecarios, archiveros, documentalistas, bibliófilos y un largo etcétera).

 

Es verdad que, hablando en general, se carece de la formación necesaria para hacer tasaciones.

 

Pero eso es así porque NO se la han proporcionado en la universidad, ni se la han exigido en el trabajo.

 

Es paradójico -e injusto- pero muchos profesionales se ven obligados a hacer tasaciones en razón de su cargo, y no pueden negarse aún a sabiendas de su falta de preparación.

 

A unos pocos de ellos les toca realizar muchas tasaciones.

 

Pero le puede tocar la "china" a cualquiera si se dan las circunstancias (un incendio o una inundación en la biblioteca o el archivo; un traslado; el envío de piezas para exposiciones; el expolio... y suma y sigue).

 

De repente, un bibliotecario tiene que actuar como perito ante un juzgado, por ejemplo.

 

Nadie le ha preparado para eso.

 

Y lo hace como puede.  Es decir, como siempre se hizo, sin razones.

 

Igual que en tiempos del documento colombino que citaba antes, e incluso más atrás.

 

 

Los bibliotecarios de entonces aún podían negarse a tasar  (¡vaya! se me escapó).

 

   

Los libreros también carecemos -hablando siempre en términos generales- de la formación necesaria para realizar tasaciones, y las hacemos igual de incorrectamente que los demás.

 

Por motivos muy similares : desconocemos  la metodología pericial y desconocemos o  le hacemos poco caso a una parte a la normativa.

 

Pero por ley, igual que los demás, nosotros también estamos obligados a RAZONAR nuestras tasaciones y a evitar absolutamente el potencial conflicto de intereses, en su caso. Y debemos también tener en cuenta TODA la legislación aplicable.

 

Los peritos profesionales de contenidos, por su parte, desconocen los procedimientos y métodos propios de la documentación, su mercado y los precios

 

Los peritos no están preparados para tasar documentación aunque puedan conocer la metodología pericial.

 

Otros tasadores efectivos o potenciales son todos aquellos que heredan o que forman una biblioteca o una colección. 

 

En principio podría pensarse que tienen menos problema porque sus tasaciones no se exponen ante terceros. 

 

Es cierto generalmente, pero...

 

La vida es corta y la biblioteca algún día tendrá que dividirse

 

Los negocios pueden ir mal y quizá haya que venderla

 

O que quiera asegurar la biblioteca.

 

O que la biblioteca sufra algún siniestro, Dios nos libre, y haya que lidiar con la compañía de seguros o con un vecino...

 

 

CONCLUSIONES

 

A  los profesionales de los principales sectores implicados en la tasación documental les falta formación normativa y metodológica. 

 

 

 

SOLUCIÓN

 

¿A que hace rato que la imaginan?

 

Formarse en tasación documental

 

 




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